Parroquia Nuestra Señora del Carmen Rinconada de Silva - Chile

sábado, 17 de junio de 2017

La Maravillosa Aventura de Ser Adorador(a)

La más pequeña acción hecha por amor de Dios siempre da fruto. Esto es verdad para cada oración, sacrificio o sufrimiento ofrecido con amor a Jesús. Sólo en el cielo veremos en toda su plenitud el fruto de nuestros trabajos, oraciones y sacrificios. Algunas veces, sin embargo, se nos da un anticipo de ese fruto en la tierra. Ésta es la historia de cómo un pequeño gesto de amor por Dios produjo mucho fruto:

Cierto día, un miembro de la iglesia de San Bonifacio en Pembroke Pines, Florida (EE.UU.), le obsequió a su párroco una copia de la revista “The Marian Helpers Bulletin”. Este pequeño gesto de amor fue como una bomba espiritual, cuya explosión tuvo efecto en toda la diócesis.
Al párroco, Pbro. Michael Eivers, lo impresionó la tapa de la revista, una copia del cuadro de la Divina Misericordia con la inscripción: “¡Jesús, en Ti confío!”. Tuvo la idea de colgar esa reproducción en su oficina de manera que todos al pasar pudieran verla, así que decidió recortarla y agrandarla. Mientras trabajaba en ello, el Padre Michael vio el artículo escrito por mí sobre la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento. Ese artículo era una llamada dirigida tanto a los sacerdotes como a los feligreses para tener adoración perpetua en sus parroquias. En él, además, yo me ofrecía a ir donde hiciera falta con el fin de colaborar en la organización de la adoración perpetua, para que todo funcionara bien y el éxito quedara asegurado.

El Padre Eivers leyó, pues, mi artículo y trató de ponerse en contacto conmigo. No fue tan sencillo; yo no había incluido mi dirección ni mi teléfono en el texto. Tras muchos esfuerzos, finalmente el Padre Eivers me encontró, invitándome a San Bonifacio para hablar en todas las misas sobre la adoración perpetua.
Ese mismo domingo, tras hablar en las misas, el Padre Michael me invitó a cenar con un amigo suyo, el Padre Daniel Barrett, párroco de San Kieran, quien me convidó a su iglesia en el centro de Miami para establecer la adoración perpetua. Conocí allí al Padre Brendan Dalton, quien por su parte me invitó a su parroquia de La Visitación con el mismo objetivo. Pronto la adoración perpetua se propagó a toda la diócesis; esta reacción en cadena de la gracia y de la providencia divina continúa y perdura hasta hoy. El entonces Arzobispo Edward McCarthy mandó una carta a todos los párrocos de Miami, animándolos a iniciar adoraciones perpetuas en todas sus iglesias. Todo esto no fue sino el resultado de un acto de amor. Y les cuento esta historia con el objeto de alentarlos a tener adoración perpetua en sus parroquias.

No Es Difícil.-

Como van a ver, no es tan difícil tener adoración perpetua:
A los fieles se les invita a pasar una hora semanal en adoración frente al Santísimo Sacramento. Lo único que se les pide, reitero, es una hora a la semana.
La invitación se extiende a todos, después de predicar sobre la adoración perpetua; quienes quieran participar se apuntan en un formulario y lo entregan al momento de la colecta.
Además, en el formulario se pide ayuda para realizar las llamadas telefónicas necesarias a fin de completar el horario. Por fin, se organiza una reunión con los coordinadores, quienes harán las llamadas telefónicas. En dicha reunión se les explica cómo se debe organizar la adoración perpetua. Y eso es todo. Nada más fácil.

La mayoría cree que es imposible encontrar personas suficientes con que cubrir todos los turnos, veinticuatro horas al día, siete días a la semana. La experiencia común en casi todas las parroquias es que sólo un grupo pequeño asiste a las devociones del primer viernes de mes; sin embargo, hemos descubierto que una vez al mes es un período de espera muy largo para la gente, que se olvida o nunca desarrolla genuino aprecio por la presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento.
En cambio, al asistir semanalmente a la adoración, el fiel desarrolla su espiritualidad eucarística, pasando de una práctica de piedad a una de compromiso que así se convierte en devoción auténtica.

R. P. Martin Lucia
Tomado desde la Revista: "Adoración Eucarística en Chile"

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